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Coser y des-coser

Una invitación a leer la obra de Daniela Arnaudo

Por Wiki Pirela en el marco de la Residencia Rumor - Cordillera Galería

 

 

 

Una obra, una historia…

 

Entrar al imaginario de Daniela es sumergirse en un cuento espeso y no precisamente para leer antes de dormir, por el contrario es encarar el miedo a la muerte y comprenderla desde una cercanía palpitante, hay una riqueza en la contradicción de su obra plástica que se genera entre la estética sutil, tonos claro y figuras amistosas que chocan duramente con un contenido lleno de símbolos fúnebres, donde estos animales luchan entre sí al igual que la batalla propia de la artista, vaciada en cada trazo, en cada entrada y salida de la aguja sobre la tela.

 

Daniela borda y ofrenda al cementerio flores rotas, flores planas y llenas de tiempo, de permanencia, su cercanía con este espacio hace que su narración sea fluida y consecuente, observar y sentir su creación es aferrarse a la existencia y analizar lo que ya no está, es un grito solitario a través de una almohada.

Al conversar con Daniela lo primero que notas es una inmensa sonrisa que hace amena la charla, hablamos de muchas cosas en poco tiempo, sabe escuchar y esta característica también se encuentra en su arte, sabe escuchar-se, lo relata a través del performance, de la fotografía, del bordado, se escucha y nos escucha y luego nos cuenta su visión en estas telas enormes trabajadas como una hormiga, poco a poco, constante e insistente.

Es importante hacer una revisión de estos procesos y conversar de nuestras motivaciones personales que generan diálogos con otras realidades. La herencia que motiva a Daniela es la de su legado, retomando un libro de ilustraciones, de la búsqueda de un árbol familiar, de desenterrar el pasado para mantenerlo de pie, nos habla también de lo autobiográfico, de una nueva escritura cargada de otras escrituras, es hacer una curaduría íntima, captura un tiempo, captura una historia propia.

Daniela nos invita a conversar con nuestro pasado, refrescarlo, colorearlo y admitirlo. Por sobre todo sentirlo.

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